lunes, 3 de mayo de 2010

El Control de la EYACULACION




El Control de la EYACULACION
El budismo tántrico, el taoísmo y el Gnosticismo Universal exigen el control absoluto de la
eyaculación, que en principio no debería suceder nunca.
Sabemos que la retención del esperma permita al hombre prolongar indefinidamente el
acto, intensificarlo hasta el paroxismo, para llegar así al verdadero orgasmo y acceder a
niveles de conciencia superiores, que la eyaculación impide. Esta proeza requiere un
control génito-urinario absoluto, especialmente de los esfínteres. Para lograrlo, un
procedimiento muy bueno consiste en orinar por escalones sucesivos, más que en un solo
chorro, como todo el mundo.
Siempre que se respeten las reglas. Se suelta un poco de orina durante uno o dos
segundos, luego se para, se retiene unos segundos (cinco o seis, luego se deja salir otro
chorro parsiomonioso, y así hasta que la vejiga está vacía.
Durante la retención, uno imagina que reabsorbe la orina en la vejiga, haciendo una
enérgica contracción y simultáneamente los dos esfínteres así como el músculo elevador
del ano (músculo pubococcígeo), lo cual produce una sensación particular, difícir de
describir, con frecuencia acompañada de estremecimientos a lo largo de la Columna
Vertebral.
En cuanto al número de chorros, variará mucho de una micción a otra; en principio se trata
de intercalar un máximo de escalones, en general de cinco a diez. Practicada
regularmente, esta técnica, al alcance de todos, facilita mucho el control de la eyaculación.
Hasta aquí hemos puesto el acento en la contracción de estos músculos, cuya acción se
puede verificar fácilmente: al contraerlos voluntariamente durante una ereccíon, el lingam
se mueve y se acerca al cuerpo. Sin embargo, para controlar la eyaculación, hay que
pensar en distenderlo voluntariamente cuando se acerca el punto límite.
Para ejercitarse, preferentemente durante una erección, hay que contraer al máximo estos
músculos lo más apretado posible, hasta que eventualmente un temblor recorra la columna.
Luego hay que distenderlos: inmediatamente disminuye la tensión en el lingam (miembro
viril), que se aleja un poco del cuerpo. Después hay que volver a contraerlos durante
algunos segundos y distenderlos seguidamente, insistiendo sobre todo en la distensión.
Acentuando la fase de distensión y prolongándola, la erección se debilita y termina incluso
por desaparecer.
Este procedimiento puede ser utilizado ya en el próximo contacto sexual. Al principio, este
control, que se adquiere fácilmente, se hace permaneciendo inmóvil; luego esta relajación
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muscular se hará incluso durante los movimientos coitales. Es muy eficaz para alejarse de
la zona límite, y evitar así la eyaculación.
Además de la alteración del ritmo y de la amplitud de la respiración, observará una fuerte
tensión en los músculos de las nalgas, del vientre, de la parte inferior de la espalda y del
lingam. Si se deja ir en la excitación, como es lo usual, se desencadenará el irreprimible
reflejo eyaculatorio, en el que participan todos esos músculos.
Entonces, para retrasar o impedir la eyaculación, hay que controlar cuando se acerca el
punto límite, la respiración, como ya se ha indicado, y -sin inmovilizarse necesariamentehay
que pensar en todos esos músculos y relajarlos.
Gracias a esa relajación, a la acción de la respiración y estirar la bolsa escrotal (alejarla del
cuerpo) esto hará que los movimientos se vuelven más flexibles, más armoniosos, y logre
la relajación. Pero es la relajación de los músculos del lingam lo que más ayuda a
dominarse: la erección se debilita un poco, y después de abandonar la zona peligrosa, la
experiencia puede continuar.
El control de la respiración es el segundo método interno para dar marcha atrás al fluir de la
energía sexual. Algunos tantrikas con mucha práctica pueden evitar la eyaculación
simplemente por medio del control de la respiración. La respiración aumenta al hacerse
inminente un orgasmo, así que desacelerar y profundizar conscientemente la respiración
puede tener un impacto importante. Cuando el hombre está apretando su músculo
pubococcígeo, ambos amantes deben permanecer muy quietos y unirse el uno al otro a
través de los corazones y los ojos. La mujer deberá adaptar su respiración a la de su
compañero y visualizar con él la corriente de energía que fluye hacia arriba, hacia los
chakras superiores.
Otra técnica es aplicar presión a lo que podemos llamar el punto sagrado masculino, que
está centrado en el perineo, en la zona que puede denominarse como «los siete
centímetros que le faltan al lingam». Normalmente consideramos que el lingam se extiende
desde la punta hasta el lugar en que se une a los testículos, pero de hecho el lingam
continúa a través de los testículos, viaja debajo de la piel otro siete centimetros y acaba en
el ano.
El punto sagrado se identifica en el perineo a mitad de camino entre los testículos y el ano,
cuando el lingam está erecto. Aplicar cierta presión a este punto cambiará de dirección la
energía de la eyaculación en diez o treinta segundos. Cualquiera de los dos deberá utilizar
los dedos índice y corazon para aplicar una presión suave pero firme. Esta técnica permite
recanalizar la ejergía del hombre sin necesidad de que deje de moverse o se aparte de su
amada. A medida que se adquiere habilidad en esto, especialmente cuando la práctica
permite que la presión se extienda energéticamente más allá de la superficie de la piel, la
cantida de presión requerida disminuye.
La táctica tántrica sutil para inhibir la eyaculación es lógica. Consiste en invertir el curso de
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la energía excretora, la que lleva a la eyaculación.
En primer lugar durante toda la duración de la unión pero sobre todo hacia el punto límite,
hay que permanecer muy calmado y concentrarse en la experiencia en curso, siempre muy
consciente de la respiración. En la unión corriente, el ritmo respiratorio y los movimientos
coitales se sincronizan espontáneamente como sigue: empuje = espiración, retirada =
inspiración. Mientras se navegue en aguas tranquilas, lejos del punto límite, esta secuencia
puede mantenerse.
1.- Cerca del punto límite, invertir ese ritmo espontáneo durante los vaivenes, por tanto
espirar en la retirada del lingam y, por supuesto inspirar a cada entrada.
2.- O bien, durante toda la duración del contacto, adoptar una respiración lenta, profunda,
repartiendo cada larga inspiración o expiración en varios vaivenes sucesivos.
Cuando llegamos al punto límite, y durante toda la alerta, hacer rechinar los dientes
apretándolos al máximo, y apretar tan fuerte los párpados uno contra otro.
Estos y otros procedimientos reducen mucho los riesgos de llegar a la eyaculación.
Quien controla la mente, controla asimismo la respiración y el esperma.
También podemos apretar fuertemente con los dedos gordo e índice de la mano
izquierda, durante tres o cuatro segundos, la zona entre el escroto y el ano (el bulbo),
siempre con una profunda inspiración. Este procedimiento puede impedir la
eyaculación, pero si a pesar de todo se produce, el esperma no sale del lingam, sino
que vuelve hacia el interior.
En el coito ordinario, el hombre es el que penetra. En el maithuna, es Shakti quien
absorve el lingam, sin prisas. Al principio sólo el glande es aspirado por el yoni,
apretado entre los muslos de la entrada de la vagina. Con los sentidos despiertos,
los amantes, inmóviles, permanecen atentos a lo que pasa entre ellos.
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